viernes, 29 de febrero de 2008

AVANCE!! con sorpresa incluída...

Pues ni yo mismo me lo esperaba... Sí sabía que Plyngo tenía ciertas nociones de Potosop ;-) , pero nunca pensé que le quedara tan bien, xDDD... Para ser un peluche tiene unas manos cojon... uy uy, que estamos en horario infantil todvía, jajaja...

Bueno, lo dicho... Muy mal se tiene que dar para que no me quede con la Portada para que sea la Portada, peluchín.
Gracias compañero, aunque a veces seas un poco criticón con la gente, en el fondo todos sabemos que tienes un gran corazón de algodón, xDDDD

PD: también se aceptan sugerencias, cambios o críticas... no creo que a Plyngo le moleste, pues es el primero en "pegarse" con el que haga falta, jeje.


Prólogo (Pág. 17)

tan cercano que había creído percibir cierto olor un tanto desagradable. Una mano se posó en su hombro y Aielas se dio la vuelta mientras su mano iba a la empuñadura de su espada, pero entonces noto un fuerte golpe en el pecho que le hizo perder el equilibrio. Cayendo hacia atrás se asió a una de las cuerdas de la barandilla y se agarró fuertemente, lo cual lo salvó de no caer por la borda. Una risa burlona resonó en la oscuridad, ¿qué era ese ser que intentaba jugar con él?

-Muéstrate maldito, levanta esta oscuridad que nos rodea y pelea con honor, te juro que te mataré -gritó valientemente el príncipe.

-No digas bobadas -sentenció una voz grave y gutural a escasos centímetros de su oído-. Ni vas a ver más allá de tus narices, ni vas a acabar conmigo, eres tú el que va a despedirse de este mundo.

No sabía porque pero Aielas creyó a ese ser que se reía de él en su propia cara, mas no podía caer tan pronto, no sin antes luchar. De improviso le vino a la mente su madre y su hermana, tenía que avisarlas de algún modo, no podía dejar que ese ser bajara a la bodega, mataría a toda su gente. Con un movimiento rápido sacó la tizona de su vaina plateada y lanzó al aire un tremendo mandoble que por poco no lo vuelve a tirar de bruces al suelo, su estocada no alcanzó nada físico y lo único que hizo fue que girara bruscamente sobre sí mismo. La misma risa burlona volvió a oírse cerca de él y entonces comprendió el porque de su fallo, la risa procedía desde arriba y por tanto el ser del que provenía tenía que estar en el aire.

-Por fin lo has comprendido muchachito -dijo burlonamente la gárgola.

Ésta se abalanzó sobre Aielas y lo agarró fuertemente por los hombros, varios hilillos de sangre brotaron del cuerpo del esturo donde las garras se clavaban en la carne. Un tremendo puntapié desgarró la parte trasera del muslo

Prólogo (Pág. 16)

observaban los insectos voladores que amenazaban con meterse en sus ojos y en su boca.

La reina Cáriala había elegido ir en otro barco que no fuera el de su marido para poder dar ánimos y cuidar de su gente, la familia real tenía que abarcar más barcos, pero tenía miedo de dejar a sus hijos solos, así que los embarcó con ella. En total la flota se comprendía de una decena de barcos y en los demás había gente de su entera confianza para no tener que hacer el sacrificio de separarse de sus hijos, aunque por desgracia no estaban todos lo que hubiera deseado.

Un grito aterrador se oyó en la superficie, todos se miraron entre ellos, pero nadie se atrevió a moverse, tal era el miedo que invadía su cuerpo. Sólo Aielas reaccionó, tiró el odre al suelo embarrado y comenzó a subir los escalones de tres en tres, abrió la escotilla y salió disparado hacia… ningún lado porque no se veía nada, todo estaba completamente a oscuras, parecía como si la mismísima nada se hubiera hecho con el barco e incluso se hubiera tragado el cielo y la tormenta que los acompañaba.

Otro grito se oyó cerca de lo creía debía de estar el timón y tanteando a oscuras se apresuró raudo hacia allá. De repente tropezó con algo tirado en el suelo y cayó de bruces, estiró la mano para ver que era y el corazón le dio un vuelco, parecía una mano que le agarraba suplicante, Aielas tanteó el resto del cuerpo y llegó hasta la cara.

-Nos atacan, joven príncipe -susurró débilmente la voz.

La mano dejó de apretar la suya y cayó inerte al suelo, desde luego poco podía hacer ya por su compatriota. Al levantar la cabeza Aielas pareció atisbar un ligero brillo hacia proa, cerró un instante los ojos y los volvió a abrir, el brillo ya no estaba y supo que no había tal luz, eran las lágrimas que corrían ya por su mejilla. Se levantó como pudo y se agarró a la barandilla, había oído algo cercano,

miércoles, 27 de febrero de 2008

Prólogo (Pág. 15)

Un gesto sombrío recorrió la cara de Aielas.

-No lo tengo tan claro, madre. El barco sigue navegando pero he notado la preocupación de Lalos por nuestro rey, algo le ha tenido que ocurrir y tengo el presentimiento que ha sido grave. La sensación de desesperación tampoco me hace presagiar nada bueno, ha sentido algo horrible en mi búsqueda, y creo que va a pasar pronto. Tampoco su energía era notable, alguien le ha ayudado, se sentía muy débil, la comida también debe escasear allí. Pero lo que más me ha impactado es que los noto perdidos, no saben qué hacer.

-No es nada bueno hijo. Tu padre… él es fuerte, no te preocupes se recuperará pronto -vaciló en las palabras que sabía eran insinceras-. Y entiendo sus posturas de desconcierto, yo misma no se qué pensar, nuestro futuro es muy indeciso, todos estamos preocupados.

Una joven se acercó dando grandes zancadas desde la otra punta del sótano.

-Hermano, qué te pasa, traes malas noticias, lo noto en tus ojos, y estás muy apagado, toma, bebe algo -Ariela acercó un odre de té caliente a su hermano.

El príncipe cogió el odre con ganas y bebió un largo trago, agradecía el líquido caliente bajando por su garganta. Se había quedado helado en la superficie y el contacto mágico había mermado en gran parte sus fuerzas. No dejaba de darle vueltas al suceso ocurrido hacía unos minutos, y lo peor de todo, no sabía cómo contarlo a su gente para no preocuparlos más aún. Sobre todo a su hermana, la princesa Ariela, tan joven e inocente todavía, ella no debía ver tanto sufrimiento, tenía toda su inmortal vida para vivir sucesos desagradables.

Ariela y su madre, la Reina de los Esturos, miraron al príncipe con lástima, las dos veían a un muchacho abatido y derrumbado, pero al fin y al cabo un muchacho para la edad de los esturos. Ambas intentaron apartarse mientras

martes, 26 de febrero de 2008

Prólogo (Pág. 14)

pan, los nudillos estaban blancos por el esfuerzo, desde luego no lo estaba haciendo por placer y su gesto de impaciencia hacía ver la urgencia de la tarea. Parecía cansada pero amasaba con una rapidez inusual, quizás fruto de la desesperación. A pesar de su postura, y la pena que la embargaba, poseía un porte recio, señorial, alguien acostumbrado a dar órdenes y llevar el mando. La mano de Aielas se posó en su hombro y ésta dio un respingo.

-Madre, perdona por molestarte.

-Ah, Aielas, que susto me has dado, estaba tan ensimismada en mi tarea que no te he visto llegar. Sabes, cuanto antes estén estos panecillos antes comerán los críos, por lo menos ellos los comerán calientes, a nosotros nos tocarán ya fríos, suponiendo que nos lleguen a todos, quizás tengamos que sacrificarnos hoy y comer mañana, los pequeños sí que no pueden quedarse sin comer, ya están pasando suficiente los pobrecillos… Aielas, ¿me escuchas? qué te pasa hijo, te noto demasiado ausente, ¿ha ocurrido algo ahí arriba?, ¿va todo bien?

-Eh, sí, bueno…, todo va bien, por ahora -y bajó la cabeza mirando al suelo-. Le preocupaba tener que dar otro disgusto más a su madre, también ella estaba sufriendo, incluso se había visto obligada a trabajar como una más, una reina no debería llegar a tal extremo, claro que la situación lo requería.

-Por qué recalcas “por ahora”, ¿es que va a ocurrir algo?, o tienes tan poca esperanza que ya te sientes derrotado.

-No, no, no he perdido la esperanza pero es cierto que tampoco me sobra. No, no es eso. Es por lo que me ha ocurrido allí arriba. He mantenido un débil contacto con Lalos.

-¿De verdad? ¡Pero eso es una gran noticia! Por lo menos sabemos que tu padre y los demás están bien, que el barco sigue a flote.

lunes, 25 de febrero de 2008

Vamos a coger ritmo!! xDD

Pues eso, que ya os he hecho esperar demasiado jeje...

A partir de hoy, y si nada me lo impide ;-) , 1 página cada día, para que al menos podáis seguir la historia de una manera continuada... De momento ahí os dejo la pág. 13!!

Como siempre... Gracias por leerme, xDD

Prólogo (Pág. 13)

-En la búsqueda he notado un gran poder y energías malvadas, tal vez algo nos ocurra en breve, tenemos que darnos prisa en tomar una decisión, aunque puede que haya un resquicio de esperanza, he percibido energías pequeñas, energías positivas.

-Sí, yo también lo he notado Lalos –corroboró Valdorán a su otro compañero-, puede que haya vida debajo de nosotros, y si hay vida por aquí cerca puede que haya algo más, puede incluso que encontremos tierra firme, aunque nos va ser muy difícil entre esta espesura divisar algo, quizás lo hayamos pasado de largo o las huestes de Nerao nos hayan empujado lejos de todo ello, seguro que por eso las gárgolas se lo estuvieran pasando tan bien. Esos malditos bichos, no me perdonaría nunca que perdiéramos la oportunidad de salvar a nuestro pueblo.

-Valdorán, debemos comunicárselo al rey. Los acontecimientos han cambiado y aunque nos pese debemos interrumpir su descanso.

-Tienes razón Garón, ayuda a bajar a Lalos a la bodega, que le den algo de comer y beber y que descanse un poco, luego encárgate de dar las buenas nuevas. Yo voy a echar un vistazo a los de aquí arriba, seguro están pasándolo mal también.

-Bien, vamos Lalos, necesitas algo que echarte a la boca, te has portado como un tigre, muchacho.

Garón y Lalos echaron a andar escaleras abajo, mientras Valdorán ya ayudaba en la lucha con las velas.

Aielas bajó al sótano del barco. Al entrar la gente le miró con breve gesto de preocupación, parecía que se encontraba peor que antes, sin duda estaba siendo un suplicio para él, y a pesar de todo tenía que ayudar en todo lo posible tanto en la cubierta como bajo ella. Con paso rápido se acercó a un rincón. Una mujer estaba de espaldas a la escalera, sus manos amasaban lo que parecían bollos de

lunes, 18 de febrero de 2008

6 páginas más!!

Pues ahí tenéis otras 6 páginas, de la 7 a la 12... ;-)

Perdón por el retraso... La verdad es que he dejado unos días para que fuerais leyendo estas páginas, ahora daré tres o cuatro días para que os leais estas nuevas que he colgado, y a partir de ahí intentaré colgar una o dos por día para agilizar la lectura jeje.

Espero que las disfrutéis!! Y como siempre, gracias por leerme, xDD.

Prólogo (Pág. 12)

Lalos, preocupación de éste hacia su padre. Y el total desconcierto ante la situación en que se encontraban, también percibió la urgencia que sentía Lalos, no quedaba mucho tiempo.

De repente una fuerza terrible hurgó en la comunicación de ambos, un dolor insoportable comenzó a adueñarse de sus mentes, un dolor que aumentaba y se acercaba peligrosamente a su conciencia y que pretendía poseerlos, al unísono ambos cerraron su mente y notaron un golpe tremendo en esa barrera que crearon.

Valdorán observó cómo Lalos daba ciertos espasmos y pensó que algo había intervenido en el contacto con Aielas, así que sujetó a su amigo por la cintura esperando que éste se derrumbara, como así fue.

Lalos abrió los ojos despacio, le costaba respirar, su pulso vital era acelerado. Miró a Valdorán y Garón con preocupación y abrió la boca para decir algo.

-He contactado con él, pero una fuerza poderosa ha aprovechado para colarse en nuestras mentes, la hemos cerrado el paso con rapidez -decía entre susurros-, su ira era terrible, parecía como si nos quisiera devorar y arrancar las almas de nuestros cuerpos…

-Tranquilo muchacho -dijo Garón-. Relájate, respira profundamente, has hecho un gran esfuerzo y tu cuerpo no lo ha soportado lo suficientemente bien. Cuéntanos lo que has percibido de Aielas, qué tal están.

-No tiene buena salud, se siente muy débil, pero no me ha dado tiempo a percibir todos sus pensamientos, aunque creo que a él sí le ha dado tiempo a percibir los míos, me he dado toda la prisa que mis fuerzas me permitían hasta que ese perverso ser nos ha atacado.

-Las sensaciones no son buenas, no mejoramos nuestra situación así, solo la empeoramos -intervino Valdorán con resignación.

Prólogo (Pág. 11)

penetraba en ella. Aumentó su propia energía utilizando un poder más profundo pero seguía sin encontrar a Aielas. En esas condiciones pronto empezó a acusar el cansancio, demasiado pronto pensó para sí mismo, parecía que una barrera impenetrable se tejiera ante ellos no permitiendo el paso, estiró la mano izquierda y cogió la de su compañero Valdorán. Éste, dándose cuenta de la situación le apretó la mano y Lalos notó cómo energía renovada recorría su cuerpo, sólo entonces consiguió percibir energías mínimas, lo que le llevó a la conclusión de que existía vida bajo ese manto de agua, que no estaban solos, algo que le dio alas para seguir buscando, también percibió un breve fogonazo de increíble energía que lo desconcertó, y otras tantas negativas, por lo que dedujo que algo terrible ocurriría pronto. Al cabo de unos minutos, agotado y sudoroso por fin encontró un vestigio de lo que buscaba, un fino hilo de poder al que se aferró con ahínco y se fue abriendo paso. Sí, ahí estaba, era Aielas, y contacto con él.

Aielas estaba situado cerca del timón del barco del que le hicieron responsable. Tenía mal aspecto, un rostro muy demacrado. Anchas ojeras surcaban su rostro y enmarcaban los ojos anaranjados de éste. El pelo largo y blanco le ondeaba al viento de una manera violenta provocando que se le enredara, excepto en dos largas trenzas que salían de los extremos de su cabeza. La capa azulada también ondeaba y la capucha no conseguía sujetarse sobre su testa. Los brazos musculosos asomaban por entre los pliegues, y una espada imponente de la altura de sus fornidas piernas colgaba de la cintura, la protegía una funda plateada con preciosos grabados en ella. Aielas notó sutilmente la energía que llamaba a su mente y la abrió de par en par, reconoció a su amigo de la infancia y tomó contacto con él. La energía de Lalos era muy débil, notó la ayuda que alguien le prestaba, y percibió tristeza y preocupación de

Prólogo (Pág. 10)

mejor así, quizás si lo hubiesen visto no estarían en el barco todavía.

-No han atacado -dijo Garón-. Siguen expectantes, parece que les divierte vernos vagar a la deriva sin saber donde ir ni qué hacer, seguro que esa asquerosa Diosa está disfrutando de lo lindo en su trono.

-Suponiendo que no se encuentre entre nosotros, puede que los rugidos sean de ella misma y que haya adoptado la forma de un dragón.

-No lo creo Valdorán, parecen de seres menos poderosos que los dragones, quizás sean dagars, o puede que incluso las mismas gárgolas que nos siguen que se estén jactando de nuestra situación.

Mientras los tres consejeros se entretenían haciendo conjeturas de qué seres malignos los llevaban hacia delante, algo se movió cerca del barco. Nadie se percató del movimiento del agua, claro que tampoco se distinguió demasiado con las olas provocadas por la ventisca que venía del este, pero una gran aleta de escamas oscuras surgió del mar un instante tan rápido como desapareció.

-Voy a intentar comunicarme con Aielas, puede que estén cerca y pueda captar su energía.

-Ten cuidado -dijo Valdorán- estás muy débil.

Lalos juntó los dedos de la mano derecha con los de la izquierda formando un triángulo con su pecho, de repente un fulgor azulado apareció rodeando sus manos y un débil centelleo plateado comenzó a subir por sus antebrazos perfilando los tatuajes ocultos, los de las piernas también centellearon, y pronto todo su cuerpo adquirió luminosidad propia, desprendiendo además un calor algo sofocante aunque agradecido por los dos que estaban a su lado en la fría superficie.

Lalos se perdió en su conciencia, buscó la energía de su príncipe y amigo por todos los rincones de la niebla desplegada ante él en el mar, pero era tan densa que no

Prólogo (Pág. 9)

en estos momentos y vamos a darle unas horas de descanso.

La cara de Naia se crispó de preocupación, algo le ocurría a su rey. Los dos amantes se miraron vivamente y sin hablar se entendieron, esperaban que se recuperara pronto, no había mucho más tiempo.

-¿Sabéis algo de la Reina?, ¿y de los demás?

-No, aún no sé nada de ellos. No han contactado todavía con nosotros y eso me preocupa, ahí arriba no se ve nada, sólo espero que se encuentren bien, supongo que su situación será igual de desesperada.

-Espero que no tanto como la nuestra, por el futuro de nuestro pueblo –respondió Naia.

-Vamos compañero -palmeó alguien en el hombro con cariño a Lalos-, tenemos que subir a la cubierta, nuestros hombres seguro que necesitan ayuda, y espero que esas bestias no los estén acosando otra vez.

-Sí, claro Valdorán, ahora subo.

Lalos inclinó la cabeza y besó la mejilla de su amada. Naia cerró los ojos en ese momento para sentir en lo más profundo de su ser ese momento de consuelo, que pronto se desvaneció. Lalos se apartó raudo y subió corriendo las escalerillas que llegaban a la superficie.

Garón y Valdorán ya estaban arriba, junto al timón, oteando el horizonte. La negrura los envolvía, a excepción de unos fuertes destellos producidos por los continuos relámpagos. Las sombras, los esbirros de ese Dios Maligno, se vislumbraban fugazmente a lo lejos pero se confundían con la negrura. Diferentes siluetas se distinguían también entre la oscuridad, parecían tener alas y cuernos, pero no se apreciaban con claridad. De vez en cuando se oía un atronador rugido no proveniente de los truenos que desesperaba e invadía de miedo a los pobres esturos que se encontraban sobre la cubierta. No veían qué o quién producía esos chillidos repelentes pero sabían que era

Prólogo (Pág. 8)

ellas que sus ojos reflejaban desesperación y desesperanza. Otros se entretenían jugueteando con varias polillas que revoloteaban alrededor de las mugrientas lámparas de pared. Varios jóvenes y adultos recogían en otro apartado similar a una despensa los víveres que quedaban, y junto a ellos cerca de diez mujeres faenaban en lo que parecía una improvisada cocina llena de cacharros en mal estado, latas y platos rotos. Aún así había cierto olor agradable en el ambiente que debía provenir del guiso improvisado que éstas cocinaban. Por suerte las especias que utilizaban los esturos, además de tener bastantes vitaminas que hacía paliar la falta de ciertos alimentos necesarios, desprendían un olor intenso muy atrayente. Todos echaban una mano a las tareas, aunque más bien lo hacían por tener la mente ocupada en otra cosa que no fueran las últimas vivencias ocurridas en su ciudad, que seguramente no volverían a ver.

Lalos se acercó a una de las jóvenes que entretenían a los pequeños.

-¿Cómo va la situación aquí abajo, Naia? Lo veo bastante tranquilo por suerte.

-No creas, ahora los niños parece que duermen pero les cuesta mucho. Tienen hambre, y necesitan un sitio tranquilo en el que descansar, no un continuo bamboleo provocado por crueles rayos y truenos. La comida escasea Lalos, algunos de los hombres han dejado de comer para alimentar a sus esposas e hijos y están muy cansados, y otros parecen fantasmas, no dejan de susurrar los nombres de sus familiares muertos con la llegada de las huestes enemigas a nuestro pueblo. Esto es una pesadilla -la chiquilla se acercó al joven buscando refugio.

-Tranquila, mi amor, vamos a solucionarlo -dijo Lalos pesadamente-. No podemos hacer otra cosa que esperar y rezar a Quiraos, nuestro rey se encuentra un poco cansado

Prólogo (Pág. 7)

Los consejeros se arrodillaron junto a su rey con ojos desorbitados. Tanta tensión acumulada en los últimos días estaba pasando factura a más de uno.

Después de unos interminables minutos que más parecieron horas el color empezó a volver a las mejillas del rey, y pronto pero pausadamente pudo jadear algunas palabras.

-Bien, bien, estoy mejor, mucho mejor, tranquilos amigos míos -susurró el rey intentando coger el aire que le faltaba-. Han sido los disgustos que pueden con este viejo y pobre anciano, dejadme descansar un instante, ya no soy tan fuerte ni tengo la salud de hierro como antes.

-Mi señor -suplicó Garón- tenéis que dormir por lo menos unas horas. Habéis estado prácticamente los diez días que llevamos de exilio despierto y con grandes preocupaciones en la cabeza. Además de la mala alimentación que llevamos que no os ayuda en nada.

-Sí, es cierto, Garón. Tienes razón, debo dormir.

-Yo me quedaré con vos, mi rey. Vosotros iros, el rey necesita descansar.

Garón, Valdorán y Lalos dieron media vuelta y se encaminaron hacia la puerta. Cuando ésta estaba a punto de cerrarse Lalos echó un vistazo hacia atrás con gesto de preocupación denotado en su fruncido ceño, cerró la puerta lentamente y la habitación quedó totalmente en silencio.

Los tres cruzaron el pasillo hasta llegar al sótano que hacía de refugio para los demás exiliados. Las mujeres cuidaban en brazos a sus bebés, algunos lloraban y éstas intentaban tranquilizarlos para no despertar a los demás pequeños. En un rincón un grupo de jóvenes esturas reunía a niños de todas las edades y les contaban historias de héroes y batallas grandiosas en las que siempre ganaban los buenos para entretenerlos. De esta manera intentaban que la situación les afectara lo menos posible, aunque los niños no eran tontos y notaban algo raro a su alrededor. No como