martes, 10 de junio de 2008

Capítulo 5. K´gdar (Parte 4)

desprevenidos y ataqué con todas mis fuerzas…-estalló en carcajadas sin poder aguantarse y sin más imaginación Timeos.

-Pero qué idiota eres, Timeos. Me has asustado, y mucho. ¿Cómo te atreves a jugar con esas cosas? ¿y si fuera verdad?

-Tranquila hermanita, no te pongas así –tranquilizó éste a Samara-. Sólo ha sido una broma de mal gusto, y hoy parece que no estás para bromas.

-Pues no, no estoy para bromas. Ya te he dicho que no dormido bien. He tenido un sueño muy extraño, y ni siquiera puedo recordarlo con exactitud.

-¿Qué sueño? –preguntó el joven.

-Un sueño muy raro. Estábamos tumbados durmiendo tranquilamente y creo recordar que yo lo estaba viendo desde otro sitio, pero no puede ser, yo no me moví.

-Raro, hermanita, muy raro. Si nos viste es que no estabas durmiendo, y si estabas durmiendo como viste no podías habernos visto, por tanto, si nos viste es que estabas durmiendo o… ¡vaya lío, hermanita! ¿Y todo eso te da por pensar por la noche? Porque yo caigo rendido.

-No lo sé, hermano. Estoy echa un lío.

-Aunque sí que es cierto que pasó algo. Yo oí como un grito, o algo parecido y me desperté, pero sólo era ese pajarraco marrón que nos persigue de vez en cuando.

-No es un pajarraco, Timeos. Es un halcón.

-Qué más da, un halcón, un águila o un cuervo. El caso es que no deja de perseguirnos y encima ya hasta nos despierta por las noches con sus ruiditos.

-Dime, Timeos, ¿dónde lo viste?

-Pues ahí arriba –dijo el joven señalando a una de las ramas del árbol de enfrente.

Samara se quedó mirando pensativa la rama que su hermano le había indicado. Se aproximó a dicho árbol, un antiguo arce enorme, de gruesas y frondosas ramas, y un tronco que media casi un metro de diámetro. Miró directamente a la rama elegida y se dio la vuelta con lentitud. El corazón le dio un vuelco. Los matorrales quedaron a su derecha, justo los que ella había visto moverse en su sueño. Y en medio estaba la lumbre humeante todavía. A cada lado se situaban las mantas con las que se tapaban cada mañana aún sin recoger. Todo era exactamente como creía que recordaba, y sin embargo no se acordaba lo suficiente. ¿Qué había pasado?, ¿qué más había visto allí? Y sobre todo, ¿cómo lo podía haber visto? La cabeza le daba vueltas, y no conseguía que le dejara de doler.

Timeos se fijó en su hermana ausente. No sabía qué la estaba ocurriendo, y se preocupó un poco. El dolor de cabeza no hacía que te quedaras ausente y pensativo. Se acercó a su hermana con tranquilidad y la envolvió en un cálido abrazo, a lo que respondió con gratitud Samara.

Recogieron el improvisado campamento, apagaron la lumbre, y guardaron sus enseres en los petates. Callados y pensativos comenzaron a recorrer su travesía de nuevo como siempre hacia el oeste, Timeos especulando qué le pasaba por la cabeza a su hermana y sin atreverse a preguntarlo directamente, y Samara pensando en su sueño sin atreverse a contarlo a su hermano.

3 comentarios:

goloviarte dijo...

tendré que pasarme mas por este blog,buenas lecturas,y por eso te invito a mi blog directorio aquiestatublog.blogspot.com
te conocerán un poco mas
pásate y deja tu blog en el libro de visitas,gracias

Sr. Stromboli dijo...

Muchas gracias!!

Ya te firmé en el tuyo ;-). En cuanto tenga un rato le echaré un vistazo a tus cuadros, por lo poco que he visto tienen muy buena pinta jeje.

Seguimos hablando.

goloviarte dijo...

añadido en la etiqueta"literatura"en aquiestatublog
pásate y disfruta de otros blog y si quieres mira algo de publi,eso valora mi trabajo,gracias