La gárgola estaba a punto de alcanzar a la princesa, cuando una gran sacudida en proa hizo girar la cabeza a ésta viendo con miedo en el cuerpo el causante de tal destrozo. Se alzaba unos diez metros sobre la cubierta y su cuello era casi tan ancho como el mismo barco. Una monstruosa serpiente marina apareció de repente y abrió sus fauces cogiendo a varias de las gárgolas que propinaban la paliza al príncipe, y con un movimiento brusco de su cuello comenzaron a esparcirse las mitades de éstas. Aielas no podía creer lo que estaba viendo, pero menos lo podía creer la gárgola superviviente, sus compañeras estaban siendo devoradas por aquel ser gigantesco. Aprovechando el despiste, Ariela bajó de nuevo por la escalera advirtiendo a su madre del peligro acaecido en la superficie y ésta mandó reunir a todos en un rincón rezando a Quiraos por todo su pueblo.
Aielas, viendo que su hermana había decidido volver a esconderse, se fijó más detenidamente en el nuevo peligro que se avecinaba ante ellos, ahora estaba todo perdido, con las gárgolas hubiera tenido una ligera posibilidad pero ante este ser y sin su arma y cansado para invocar nueva magia no podía hacer nada, la muerte era segura.
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